jueves, 30 de septiembre de 2010

Mi huelga

Ay que ilusión, huelga general, a ver si es verdad que la vida sigue cuando todo el mundo deja de trabajar, pensaba yo mientras abría con pánico la factura del móvil. Cuando encontré la cantidad total a pagar (algo nada fácil porque hay como 20 cantidades y cuando por fin crees que este mes te ha ido muy bien porque has bajado diez euros, ¡toma! le falta el iva... ay maldito iva) me quedé loca... otro mes. Bueno... la huelga. Voy o no voy a trabajar, ay que lío. Os voy a contar lo que haría una rubia auténtica y luego os confesaré lo que hice yo que cada vez soy más de pacotilla.
Una rubia de pies a cabeza hubiera planeado un día de la leche, así divagaría: "¡que bien un miércoles/sábado!, que locura, una fiesta entre semana pero mejor porque no es fiesta. Voy a ir al starbucks a pagar 4 euros por un chaitilate calentito, a eso de las 11 de la mañana, para no castigarme demasiado. Luego me daré una vuelta por las tiendas, igual cojo el autobús -un segundo después concluye- ni hablar, un taxi que voy a ir en tacones, como tengo la visa hecha polvo zarearé solamente. ¿Para comer? un brunch en algún sitio incómodo y caro, nueva visita al starbucks, limpieza de cutis (nunca la necesito pero como dicen que hay que hacérsela una vez al año...), vuelvo a casa me pruebo mis cosas y decido con qué me quedo".
Yo, claramente acastañada, fui a trabajar porque 'tenía mucho que hacer', el día me cundió, no hubo casi llamadas de teléfono, ni mails y eso según ciertas personas 'me distrae mucho'.
¿Sabéis cual es la diferencia entre lo que hice yo y lo que pensaba hacer una rubia genuína? Que ella pasó un día de perros porque olvidó apagar el despertador, sonó a las 7, como cada mañana, y ya no se pudo dormir de nuevo. Bajó a la calle y como no había taxis echó a andar con sus doce centímetros bajo el talón. Llegó al Starbucks y estaba cerrado, igual que zara. Cuando decidió ir a tomar el brunch todos los restaurantes caros e incómodos estaban igualmente cerrados y sólo había abierto un bar de menú a 8 euros (con todo mi reconocimiento para esos menús) que estaba inexplicablemente lleno de piquetes almorzando ¿¿?? Regresó a casa ultrajada, sudando y con los pies ay... los pies...
Yo en cambio me sentí igual de bien que casi siempre, sólo me faltó mi chaiti, porque confieso que soy adicta a ese brebaje made in Starbucks. Me gusta mucho ir allí con mi madre porque siempre me dice "nena pídeme un cortao", y pienso "a ver cómo le explico..." Al final se toma un café aguado con leche en un vaso de papel de medio litro, pero no le importa... está conmigo.
Mi café

El de mi madre

martes, 21 de septiembre de 2010

Quedar por mail entre rubias... o similares

No todas mis amigas son rubias, seguro, pero la mayoría de las veces se comportan como si lo fueran, yo creo que es contagioso.
Mirinda dice que quiere ponerse mechas californianas... en otoño!! Todo el mundo sabe que las mechas surferas son para el verano y que no tiene sentido llevarlas en octubre, y más si no eres rubia...ella es así. Bueno a lo que voy, es complicado, pero mucho, quedar con mis amigas por mail, aunque no toda la culpa es nuestra. Me explico. A veces te llega un mail que responde a otro que tú no has recibido, bien porque alguna olvidó ponerte en copia o bien porque tu servidor es lento y te llega después, en estos casos son normales las ciberconfusiones, pero no siempre es así. Por ejemplo, si una manda un mail diciendo: quedamos el jueves a las 5 en en el cafe nosequé que está en la calle tal número tal. Parece fácil ¿verdad? pues te equivocas. Reproduzco varios de los mails que nos intercambiamos para quedar.
-Por mi guay, pero no creo que pueda llegar antes de las siete (o sea eso es que no puedes ¿no?)
-Vale ¿alguién sabe como llegar en moto?
-(La misma de antes, al día siguiente) Chicas que yo voy ¿cual es la dirección?
-(El jueves, día de la quedada) Nos vemos esta tarde ¿no?
-Ay es verdad... ya si eso os voy llamando porque se me ha complicado el día. La dirección era esta, c/tal nºtal, ¿no? (esto huele a baja de última hora)
-Sí, si no sabéis llegar pedid taxi que igual es un poco lioso
-(La misma de hace tres mails) ¿cuál es la dirección?
-Ah pero era hoy?

Cuando finalmente nos vemos... estoy agotada, a veces pienso que son más rubias que yo, al menos de espiritu.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Rubias por el mundo

Sólo un detallito...
Yo me tengo por una mujer viajada, con mundo vaya. Y no por que me lo pueda permitir, pagar los viajes digo, sino porque tengo un trabajo que me facilita conocer otros países. Mi última escapada ha sido a Nueva York, imaginaos, me muero. Las rubias responsables empezamos el viaje pensando "no me voy a gastar mucho dinero, no puede ser, un detallito y ya". Dos horas más tarde, y después de ver la última comedia romántica protagonizada por Jennifer López en la pantallita que tienes a escasos 10 centímetros de la cara, pienso "a ver a cuánto estaba el dolar?? a 1,20, pues bueno es como si algo de 100 dolares costará más o menos 80... Ya veré, si veo algo que realmente me guste compro, sino no no, tampoco hay tanta diferencia". Pero después de 8 horas haciendo contorsionismo para encajar las piernas en el infame hueco del avión, después de haber visto el 'principe de Persia' y el  remake de "El equipo A" y tener los ojos rojos como chinches...pienso "tengo la visa, nunca me compro nada por capricho y ¿cuándo volveré a Nueva York? Voy a aprovechar". Total que cuando desembarco en la Quinta Avenida empiezo a hacer cuentas de rubia: veo unos zapatos por 120 dolares, un bolso por 100 más tasas, una cazadora de piel (ejemmmm eso ponía) por 50, vaqueros por 20, camisa por 40... Envuélvamelo oiga que me lo llevo, el dolar esta mañana estaba a 1.20, como esas cosas varían mucho seguro que ahora está a 1.50. ¿Qué chollo! ¡Me sale todo al 50%! Y vuelvo al hotel agotada de pensar y con un fondo de armario renovado y muy neoyorquino. A ver quién me borra a mí la sonrisa de la cara, ¿para qué necesito yo una calculadora?

jueves, 2 de septiembre de 2010

SI HAY QUE VOLVER...

Así me marcho yo de vacaciones, maleta arriba maleta abajo.
Se vuelve evidentemente, pero no es fácil. Hacer una maleta para regresar (salvo contadas excepciones) siempre es como una penitencia que tienes que pagar por haber disfrutado de unas merecidas vacaciones. A ese absurdo peaje luego se suma el de deshacerla al llegar a casa. 
A las maletas de las rubias les gusta esperar ahí, calentitas, a gustito en cualquier rincón de casa antes de ser desechas, y es que aunque llevemos el glamour por bandera nuestro equipaje de vuelta es de segunda. Nos vamos a lo París Hilton: todo ordenado, todo en su sitio, encajado cual tetris y volvemos cual Britney Spears (¿pensad en su maleta por un momento? ¿asco no?).
Yo ya he vuelto, el mundanal ruido se ha vuelto a apoderar de mi rubia vida, mi rubia maleta ya ha sido deshecha. De hecho se ha quedado loca (mi maleta) pues esta vez sólo la dejé reposar 24 horas. “¿Qué prisas son estas? -me dijo- pero si tengo el olor a gasolina metido entre los dientes de la cremallera?”. Tu vida va a cambiar, le solté, he decidido darme algunas mechas chocolate. Ay.