miércoles, 8 de junio de 2011

Mi nuevo número favorito

Me encantan los restaurantes de barrio. Me encantan los restaurantes japoneses de barrio. Para ser rubia (natural) soy muy poco snob la verdad. Me vuelvo loca con los manteles de usar y tirar, los tubos fluorescentes y los menús que valen 9.50 de lunes a viernes y 15 el fin de semana.
El otro día fui al japo de mi barrio: espectacular. Desde la decoración, adquirida en el chino ( no en el restaurante sino en la tienda multiproductos) de enfrente, hasta ellos mismos, con su media lengua y su sonrisa perenne. Voy mucho, pero mucho, y llamo por teléfono a menudo para que me traigan a casa el pescadito y el tofu. La conversación siempre es la misma, pido un mix de atún y salmón y mi interlocutor me advierte que vale, que no es lo habitual (para eso son muy alemanes, o atún o salmón) pero que hacen una excepción. También me dice que me lo cobran a precio de atún  (bastante más caro), por si me rajo. Yo acepto y fin de la charla. Cuando voy allí a comer siempre me ofrecen sake o algún digestivo al pedir la cuenta, es algo que hacen con todo el mundo, no sólo con las rubias, no sólo conmigo. Pero el otro día me sentí un poco especial. Después de comerme todo un barco de sashimi, de babor a estribor, así, yo sola, sin solución de continuidad y sin dejar que mi acompañante metiera palillo. Pido la cuenta y el camarero hace la previsible invitación a Sake, la rechazo y, de repente, me entrega una tarjeta... ¡a mí! Era una deferencia, un reconocimiento, una especie de trato preferente. ¡Me dió una tarjeta de descuento! Sí, como los cheques del Vip's, como las tarjetas del súper. Me puse muy contenta, me sentí distinta. Era un descuento sublime, asombroso, único, irrepetible... ¿De cuánto? querréis saber, del 8%: colosal.

lunes, 24 de enero de 2011

También hay que saber ganar

Hacía más de un mes que no escribía nada, pero es que he estado muy ocupada recuperando mi vida deportiva y decidiendo con qué dieta me quito los dos kilos (ya serán 4) que he cogido esta Navidad. Como comprenderéis con todo esto encima cómo iba, además, a pararme a pensar y escribir, me hubiese explotado literalmente la cabeza.
Como soy muy aventurera y arriesgada mi deporte de cabecera es el padel, voy a clase una vez por semana, bueno sería más correcto decir que pago por ir y que a veces voy. Cuando lo hago me siento realmente bien porque resulta que los miércoles siempre pido postre en el almuerzo pensando que esas calorías me las ventilaré horas después en mi clase de padel, así que cuando no voy la mala conciencia me corroe. Para estar mas a gusto conmigo misma me he apuntado a un ranking, pero siempre pierdo. Llevo jugados tres partidos, dos de los cuales los tuve ahí a puntito, os lo juro, pero a mí la presión me puede y cuando veo que puedo ganar... me pongo nerviosa y lo hago todo mal... no nací para ganar, qué le vamos a hacer. Lo siento por mi compañera, de verdad Elena, sé que además de verme impecable en la pista te encantaría que ganáramos ¿verdad?
En cuanto a los kilos que año tras año gano en Navidad la pauta es la suguiente: los gano en diciembre, los retengo en enero, los incremento en febrero, me pongo de mala leche con ellos en marzo y los pierdo en abril. ¿Lo veis? Perder sí que sé.